miércoles, 12 de diciembre de 2018

Ilustración de Inma Main


NACER DESPUÉS DE LA MUERTE

Ella, que había vivido sin quitar el plástico a la vida, que había cedido su juventud a la práctica escrupulosa de la entrega por amor, que había salido del campo de las amapolas viajando hasta un útero ajeno, permaneciendo pura en su corazón y fiel a la alianza primigenia. Estaba muerta.
Sobre el tálamo blanco había modelado su camino, había dibujado las huellas convenientes que serían los signos del mapa que guiarían a su recua, había acallado la voz insistente que la invitaba a huir de la jaula, permaneciendo en el paraíso a pesar de todo. Pero ahora estaba muerta.
Su cuerpo, habitáculo salvaje de esta existencia, permaneció un tiempo tendido sin vida sobre la cama sin que nadie lo percibiera. Tiempo en el que se libró la más dura de las batallas, sin banda sonora, sin enemigo, sin ni siquiera elección propia. Una batalla imperceptible a cualquier ojo humano. Una batalla unipersonal. Los mares del sur turquesa experimentaron los embates constantes de las aguas frías del norte, que helaban cualquier perspectiva futura, arrasando cualquier atisbo de esperanza.
Durante este tiempo sus pies habían echado raíces que se extendían por la alcoba buscando la única tierra que existía, la de un cactus. Su rostro moraba sin sonrisa apagando la atmósfera de su sangre, tiñendo de sombra cualquier horizonte. Sus lágrimas habían hecho surco sobre la hermosura. Sus manos transparentes descansaban sobre su pecho, con sus uñas quebradas por la batalla. Mientras, su corazón, en carne viva, cada vez soportaba menos las señales hirientes que destrozaban cualquier esperanza. Los buitres aleteaban en su alrededor esperando la muerte final para comenzar a disfrutar de la carroña. Permanecía tumbada, callada, respiraba viajando a la inmovilidad inerme del vacío total como único asilo.
Ella estaba muerta. Murió dejando atrás cualquier vida conocida, cualquier cimiento construido, cualquier creencia establecida. Murió a todo lo que conocía, a la esperanza, a lo establecido, a lo experimentado, ella murió.
Sin embargo, su corazón, contra todo pronóstico, continuaba latiendo a un ritmo lento. Y desde la parálisis corporal observó que tenía que hacer algo, volver a nacer, tenía que alzarse sobre la batalla, que empezar de nuevo, soltar cualquier lastre que le llevará al recuerdo, cualquier creencia que diera credibilidad al final de los tiempos, tenía que concebir un final más amable.
Nació desde un útero propio, sin madre que la pariera, ni costilla de Adán del que desprenderse. Nació en un parto sin anestesia aprovechando el comienzo del fin, aprovechando que el cielo rompía aguas arrasando todo lo falso y lo sucio, aprovechando que en la batalla había conocido a los contrincantes.
Nació limpia, como había muerto, improvisó una nueva aurora, unas nuevas creencias, una nueva esperanza, un horizonte pintado en la pared, se alzó libre de cualquier memoria pasada.
Se alzó desde el suelo investida con una armadura fuerte. Sus alas irreprochables iluminaban todo, este era el momento con el que había soñado toda su vida, el que vislumbró en su infancia, en su adolescencia, en su juventud, en su madurez, un momento de luz. Muerte y vida juntas.
Un nacimiento después de la muerte

Lola Lirola, Argés (Toledo) 24 octubre de 2018.

martes, 13 de noviembre de 2018


ilustración: Vicente Jiménez García


ESENCIA


Memoria de un adiós
camino hacia el mar,
buscaba libertad,
¡tanto ganado, tanto perdido!
De tanto reír mis lágrimas
navegan por mares abismales.
De tanto parir mi piel
permanece preñada de ese aroma.
De tanto amar mi aliento
abunda hermosas acuarelas.
De tanto dudar mi realidad
afirma certezas impensables.
Todo ha cambiado, todo está igual,
un camino ya andado,
otro por caminar.
La esencia persiste.
Lola Lirola, Toledo, 21 de junio de 2014

martes, 6 de noviembre de 2018


NARCISO

Como Narciso te miras en la lámina líquida,
enamorada de ti,
recreándote en las miserias
que te permiten aferrarte a este mundo,
al drama de una entelequia inventada,
‑que tú llamas realidad‑,
una historia que satisface las necesidades
de un guion que creaste,
y retocas incansablemente
cada vez que resuelves un enigma,
cada vez que crees encontrar
la salida del laberinto,
‑también inventado‑,
la realidad es que tú eres,
estás aquí,
ahora,
detrás de los anhelos, sueños y éxito,
que quizá no son buenos para ti,
detrás del fracaso
en el que pretendes instalarte
para dar pábulo a tu drama,
escondida entre los pensamientos y las emociones,
sin forma, sin tiempo.
¡Mírate, detrás de la lámina líquida!
tú eres,
estás aquí,
AHORA.
Lola Lirola, Toledo 16 de agosto de 2016


lunes, 29 de octubre de 2018



  • UNA MADRE

    Cuando te sientes en medio de la nada,
    vencida por las lágrimas,
    y el mal se haya apoderado de tu mente,
    no hay nada como una madre,
    una madre con ojos de miel,
    una miel que te endulce.
    Definitivamente,
    cuando estés así,
    necesitas una madre,
    una madre que te envuelva en su universo de amor,
    un amor como solo una madre posee,
    un poseer que forma parte de tu interior,
    una madre convierte en triunfos todos tus fracasos,
    una madre no te compara,
    sino que se pasa la vida cosiéndote unas amplias alas
    hasta hacerte sentir como un cisne.
    Pero yo, ya no tengo madre,
    y tengo que seguir sin ningún consuelo,
    sin consuelo en medio de la nada,
    en medio de una nada
    en donde no sé qué dirección tomar,
    cualquiera cosa podría ser causa de conflicto,
    la vida ha dejado de ser como acostumbraba,
    aunque si estuviera mi madre
    ella enjugaría mis lágrimas,
    tomaría asilo en su pecho
    y ella me ayudaría a elegir el camino a seguir,
    pero no tengo una madre,
    y me siento en medio de la nada.

domingo, 21 de octubre de 2018

LO NORMAL Y LO RARO





Normal es el calor absoluto de la parte izquierda de tu camisa
cuando me abrazas en otoño como si fuera primavera,
Normal es saber descifrar las heridas de tu piel y los enigmas de tus silencios
que guardas ocultos en tu bolso bandolera,
Normal es dejarme enredar en tus planes de viernes
cuando duermes sobre mí, después de mil batallas.
Normal es esa patológica inclinación que tiene mi sexo hacia el óxido de tu piel,
que te busca incansablemente para perturbar la temperatura de mi alcoba.
Lo normal son tus carencias que nadie percibe,
porque yo las disfrazo y las mías que son aún más,
y tú haces que no las ves aunque siempre han estado.
Todo es normal desde que el tiempo nos ató a un algarrobo loco
en el que nuestras ramas han florecido alargando la primavera,
dejando huella indeleble en él.
Lo raro son el resto de las aves que trazan sus círculos danzando en sol ajeno,
¡cuidado el sol tiene una sola orbita!,
lo raro son los bocados que el tiempo no para de darnos,
relegándonos una y otra vez al punto de partida.
Lo raro es que pase un día sin sentir tus labios sobre los míos,
que mi cuerpo no busque el contacto del tuyo,
que pasen los años y siga enamorada de ti como la primera vez,
Lo raro es que aún existan los mismos roces de siempre
que ya deberíamos haber superado con los años,
Lo raro es el vértigo que siento cuando te alejas de mi lado
confirmándome mi adicción a tu presencia.
Somos normales tirando a cotidianos,
nos frecuentamos como único clavo que arde,
el que nos da pasión a pesar de las canas,
‑que se empeñan en aguarnos la existencia‑.
Normales entre nosotros y raros entre el resto,
Tu rareza, ahora se me ha hecho normal,
mientras que mi normalidad se ha tornado rara,
lo normal y lo raro bailan y avanzan juntos en nuestra vida.



sábado, 20 de octubre de 2018

BEGIN THE BEGUINE




No había término para describir aquel horror, la guerra se llevaría a cabo con toda seguridad, cualquier final era posible. Solo unas preguntas en el aire:
-¿Qué había sido del ángel alado subido en su caballo, y de su espada protectora?
-¿Qué había sucedido con las amapolas tatuadas en su piel como único mapa de su propósito?
-¿Cómo habíamos llegado a esto?
La sombra había apagado los días en el norte y la penumbra avanzaba como el viento por entre las montañas, como un corredor propagando la desesperanza entre las amapolas.
            Comenzamos la lucha sin apenas armas, nos vestimos de miedo ante aquel enemigo que mermaba los ánimos flecha a flecha, rugido a rugido, mordiendo el valor a cada paso. Muchos fueron los que nos invitaban a la rendición, a abandonar nuestro reino entregándoselo al reino de la sombra, como lo habían hecho otras naciones, y con ello a nuestra extinción total. Tú habías dejado de tener fe, pero siempre permaneciste a mi lado y desde las almenas vimos mermar nuestras fronteras bocado a bocado.
Pero nací guerrera, y a pesar de que no había armas humanas para luchar contra semejante enemigo, ¡Nunca dejé de tener esperanza!, luche por aquello que habíamos construido, tuve fe, elevé mis oraciones, envié mensajeros a nuestros aliados, a los miembros de una alianza primigenia que pronto, sintiéndose parte de nuestro todo, se unieron para rescatarnos. Con su ayuda fuimos conscientes por primera vez que la victoria podía ser. Ellos nos mostraron que hay sombras que no tienen poder sobre el amor. Nos mostraron diferentes finales para esta gran guerra. En todas ellas sus ramas nos saludaban, reconociendo el dolor de las batallas y saliendo a nuestro encuentro.
En estos momentos somos los héroes de nuestra historia, porque no nos hemos rendido, porque tenemos confianza que todo va a salir bien. Es verdad que los símbolos fueron trágicos, que las raíces quedaron a la intemperie, y que hubo una gran batalla. Pero los símbolos son solo el mapa; las raíces permanecen con buena raigambre y dentro de nuestro territorio, que lejos de quedar devastado ahora todo está por hacer, un nuevo mundo amanece más bello que nunca; la batalla nos ha hecho más fuerte.

lunes, 1 de octubre de 2018

LA CASA DEL ÁRBOL





LA CASA DEL ÁRBOL

Aquel tronco que logró una casa para el árbol,
quería un hogar que uniera lo separado,
y un negro invierno se metió en sus entrañas,
volando de la vida sin lograrlo,
de él solo quedó su huella y la casa del árbol,
y en la casa, una viuda tejiendo intrigas que enredaban las ramas.
Yo nací en el árbol, ya sin tronco, pero sí con la casa,
desde abajo, yo veía las ramas crecer muy liadas
sin saberse del árbol, pero sí de la casa.
Mi madre amaba a ese tronco,
y pasó su existencia arbolando a las ramas,
ella amaba a la estirpe que nació de su vientre
y a las ramas ya nacidas del tronco,
y a pesar del embrollo del tronco, de la casa y de las ramas enredadas,
con el paso del tiempo se fue diluyendo el enredo entre casa y árbol,
se injertó savia nueva que aportó bellas ramas,
hoy es un árbol hermoso, ya sin casa,
y su copa no olvida al tronco,
pues mi madre me llama para que limpie, con palabras,
con palabras que sanan,
con palabras que lanzo al viento y disuelvan el daño,
con palabras que hagan libre a las ramas.


jueves, 27 de septiembre de 2018

EXCUSA PERFECTA

No es cuestión de apariencia
la verdad de mi sonrisa,
es la excusa perfecta para inventarme un universo,
que ascienda de la inocencia, que contornee mis límites,
y envuelva todo nuestro ser,
es la excusa perfecta,
para implantar la primavera como horizonte,
para pintar el arco iris sobre vuestra vida.
para llenar de amapolas el camino.
No es cuestión de apariencia
que en mis ojos se intuyan pasiones,
o que mis labios tararen arias de amor,
sino la excusa perfecta para amaros
y es verdad que llueven tormentas en días alternos,
que me llevan al infierno,
es verdad que el fracaso toca la bandurria
en el patio de mi casa, pero confío en mí,
y sé que no hubiera creado esta historia de amor
si no supiera que tendría un final feliz.


 Lola Lirola, Toledo 19 de abril de 2016

miércoles, 26 de septiembre de 2018

VOLARÉ

VOLARÉ Volaré lejos de aquí, lejos, muy lejos, o cerca, muy cerca, todavía no lo he decidido, viajaré donde el rocío huela a paz donde las palabras acaricien, donde las miradas sanen y las huellas sean los pasos de un baile. Abandonaré este reino, en el que ya no hay rescoldo de paz, en el que todas sus fronteras están en guerra. Y solo llevaré como maleta, mi sonrisa, Lola Lirola, Toledo 14 de abril de 2016

jueves, 2 de agosto de 2018

QUIZÁS CAIGA UNA ESTRELLA

Nací niña, y enseguida me hicieron sentir que tenía una tara, que había nacido incompleta. Me hicieron pensar que cuando fuera mayor encontraría a mi príncipe azul, que me haría estar completa, mi media naranja, aquel que con su “espada” completaría el vacío existente en toda mujer. ¡Qué pensamiento más perverso!, ¿de verdad estás lleno cuando estás con alguien? Es más, si ves a alguien que llevas tiempo sin ver, te pregunta ¿estás con alguien?, y si le contestas que no, te dice: pobre. Ya te llegará. Nos forjan en la desidentidad, presentándonos ciertas estructuras como si fueran lo normal. Pero si estas estructuras han tenido un principio, también tendrán un final. Tendremos que decostruir todo aquello que se ha instaurado como esquema durante todo los siglos. Porqué tengo que amar como me enseñaron a amar, sobre todo teniendo en cuenta que nos han enseñado a vivir en pareja sin ningún amor, sin un solo gesto de cariño, sin educación, con faltas de respeto, con reproches soslayados. Pero yo creo que el amor es un sinfín de posibilidades, y desde luego ninguna se acerca a lo que he visto en ninguna de las parejas que he conocido, y por supuesto, a mí nadie me completa, yo no tengo media naranja, yo soy una naranja o un níspero o un plátano o una chirimoya completa, sin la necesidad de que nadie me complete. No mezclemos amor con instituciones, con formalismos, con encorsetamientos y sobre todo con el verdadero amor. Es curioso porque el varón no necesita que nadie le complete, él ya está completo, no necesita de idealización romántica para que alguien le complete. El varón nace completo y su ideal –nada romántico, ni de medias naranjas- está a medias entre una madre y una actriz porno, y ya está, sin más redes, ni más deseos, ni más aspiraciones. Para mí la otredad forma parte de mí, el otro está en mí pero no para complementarme, sino para presentarme aquello que yo ni siquiera me atrevo a ver en mí. Es curioso que después de inspirarme ese título cuando estaba desayunando, luego se haya desarrollado ese pensamiento. En fin, escribo como terapia y vomito mis pensamientos sin ningún cuidado. Lola Lirola, 1 de agosto de 2018