Amanece siempre gris
desde aquel día,
en que la paz pegó un
portazo
y me dejó herida,
en que la duda comenzó
la urdimbre
que ahora me nubla,
en que la angustia echó
raíces
sobre mi pecho.
Y desde entonces, cada
minuto,
busco una luz que me ilumine,
o que revele qué nos pasó.
Ayer tan sólo,
había paz siempre en tu
linde,
los dos unidos, al
mismo paso,
y mucho amor que tú me
dabas
que yo entregaba.
Mientras, el tiempo,
¡tan sólo el tiempo!,
borra tu huella
aún tatuada sobre mis carnes,
borra el aroma
que aún
perdura en todo el orbe.
Y es ese tiempo, el que
pasó,
siempre a tu lado,
que ahora avanza en
soledad.