No había término para describir
aquel horror, la guerra se llevaría a cabo con toda seguridad, cualquier final
era posible. Solo unas preguntas en el aire:
-¿Qué había sido del ángel alado
subido en su caballo, y de su espada protectora?
-¿Qué había sucedido con las
amapolas tatuadas en su piel como único mapa de su propósito?
-¿Cómo habíamos llegado a esto?
La sombra había apagado los días en
el norte y la penumbra avanzaba como el viento por entre las montañas, como un
corredor propagando la desesperanza entre las amapolas.
Comenzamos la lucha sin apenas
armas, nos vestimos de miedo ante aquel enemigo que mermaba los ánimos flecha a
flecha, rugido a rugido, mordiendo el valor a cada paso. Muchos fueron los que nos
invitaban a la rendición, a abandonar nuestro reino entregándoselo al reino de
la sombra, como lo habían hecho otras naciones, y con ello a nuestra extinción
total. Tú habías dejado de tener fe, pero siempre permaneciste a mi lado y desde
las almenas vimos mermar nuestras fronteras bocado a bocado.
Pero nací guerrera, y a pesar de
que no había armas humanas para luchar contra semejante enemigo, ¡Nunca dejé de
tener esperanza!, luche por aquello que habíamos construido, tuve fe, elevé mis
oraciones, envié mensajeros a nuestros aliados, a los miembros de una alianza primigenia
que pronto, sintiéndose parte de nuestro todo, se unieron para rescatarnos. Con
su ayuda fuimos conscientes por primera vez que la victoria podía ser. Ellos
nos mostraron que hay sombras que no tienen poder sobre el amor. Nos mostraron diferentes
finales para esta gran guerra. En todas ellas sus ramas nos saludaban, reconociendo
el dolor de las batallas y saliendo a nuestro encuentro.
En estos momentos somos los héroes
de nuestra historia, porque no nos hemos rendido, porque tenemos confianza que
todo va a salir bien. Es verdad que los símbolos fueron trágicos, que las
raíces quedaron a la intemperie, y que hubo una gran batalla. Pero los símbolos
son solo el mapa; las raíces permanecen con buena raigambre y dentro de nuestro
territorio, que lejos de quedar devastado ahora todo está por hacer, un nuevo
mundo amanece más bello que nunca; la batalla nos ha hecho más fuerte.
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