jueves, 2 de agosto de 2018

QUIZÁS CAIGA UNA ESTRELLA

Nací niña, y enseguida me hicieron sentir que tenía una tara, que había nacido incompleta. Me hicieron pensar que cuando fuera mayor encontraría a mi príncipe azul, que me haría estar completa, mi media naranja, aquel que con su “espada” completaría el vacío existente en toda mujer. ¡Qué pensamiento más perverso!, ¿de verdad estás lleno cuando estás con alguien? Es más, si ves a alguien que llevas tiempo sin ver, te pregunta ¿estás con alguien?, y si le contestas que no, te dice: pobre. Ya te llegará. Nos forjan en la desidentidad, presentándonos ciertas estructuras como si fueran lo normal. Pero si estas estructuras han tenido un principio, también tendrán un final. Tendremos que decostruir todo aquello que se ha instaurado como esquema durante todo los siglos. Porqué tengo que amar como me enseñaron a amar, sobre todo teniendo en cuenta que nos han enseñado a vivir en pareja sin ningún amor, sin un solo gesto de cariño, sin educación, con faltas de respeto, con reproches soslayados. Pero yo creo que el amor es un sinfín de posibilidades, y desde luego ninguna se acerca a lo que he visto en ninguna de las parejas que he conocido, y por supuesto, a mí nadie me completa, yo no tengo media naranja, yo soy una naranja o un níspero o un plátano o una chirimoya completa, sin la necesidad de que nadie me complete. No mezclemos amor con instituciones, con formalismos, con encorsetamientos y sobre todo con el verdadero amor. Es curioso porque el varón no necesita que nadie le complete, él ya está completo, no necesita de idealización romántica para que alguien le complete. El varón nace completo y su ideal –nada romántico, ni de medias naranjas- está a medias entre una madre y una actriz porno, y ya está, sin más redes, ni más deseos, ni más aspiraciones. Para mí la otredad forma parte de mí, el otro está en mí pero no para complementarme, sino para presentarme aquello que yo ni siquiera me atrevo a ver en mí. Es curioso que después de inspirarme ese título cuando estaba desayunando, luego se haya desarrollado ese pensamiento. En fin, escribo como terapia y vomito mis pensamientos sin ningún cuidado. Lola Lirola, 1 de agosto de 2018