El relente manosea los
axiomas
que han quedado
obsesivos,
y la escarcha aferrándose
a tú dolo
que ha ensuciado la inocencia,
compañera de lo nuestro.
Es la duda dictadora de
mi mente,
la tirana que aprisiona
al mimoso.
Es tu soplo irreflexivo
un tsunami provocado,
que arrasó todo mundo
conocido.
Es tu miedo heredado
el que anda respetando
al encontrado,
y olvidando al que
anida junto a ti.
Ya no hay orden,
y el concierto suena
solo, sin maestro,
sin abrigo, en enero,
con la helada sobre el
verde
en un pardo desasosiego,
profanando lo que antes
era nítido.
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