En lo escondido, acunas
su semilla en tu nido,
besas el rostro endrino,
tostado por el viento
de la intemperie.
Hoy Morfeo no ha tardado
en robártelo, y adivinas
el esfuerzo del trabajo
que te alimenta,
el sustento de tu hogar
que la tierra os regala,
y comprendes.
Tu mirada es el faro
que alumbra su camino,
tus risas se enredan
en las ramas de los olivos,
mientras faena,
recordándole tu rostro
enamorado,
animándole a seguir,
guiándole por el camino.
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