Te perdí como se pierde
el agua entre los dedos,
como renuncia el vilano
tras la suave brisa,
como abandona el humo
por el tiro que oxigena,
te perdí.
Jamás sospeché la
amargura
de tu ausencia, pues tu
presencia
atosigaba de ordinario,
como daga acosadora,
amenazante, y no supe
ver
cuando bañabas de
frescura
mi primavera,
cuando tu compañía
lo llenaba todo,
cuando tu presencia
acrecentaba la pasión.
Intento olvidarte, sin
embargo,
todo me habla de ti,
de tu pertinaz
ausencia,
y te recuerdo en la tormenta,
en la vida que comienza,
en el rocío del limón,
en el soplo de la
pasión,
en cualquier recodo del
camino,
donde antes no te hallaba,
ahora te encuentro.
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