viernes, 22 de agosto de 2014

DESPUÉS DE...

Taconea la cortina
recuerdos, ya olvidados,
al ritmo de un viejo rapsoda.
Titila ansiosa una luz
mortecina galopando
inmóvil sobre mi bulto,
mi mente grita frenética
aliándose a la noche,
y ambas terminan por secuestrar
mi reposo, sin remisión.
Adán, ya amado,
explora sueños rotos,
en un lienzo blanco.
Un desfile inevitable
hacia la terrible estancia gris,
y en el portal liberador,
unas alas perladas
me arrebatan con firmeza
del mascarón de proa,
donde el mar bravío
lleva años golpeando,
y me arrastran a tierra firme,
al paraje de la paz,
donde maduran las palabras
en árboles digitales,
donde la razón vive libre,
alejada de todo juicio,
donde el ojo observa
la engañosa realidad
transformándola en belleza.
Es la paz que se aloja en mi,
la plenitud de no sé qué
sentimiento invade mi ser,
y vuelvo, cierro los ojos,
otra vez he sido salvada.


                          

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